domingo, 25 de marzo de 2012

Hasta luego niño melón

Ahora sí que sí. Son las 05.40 de la mañana Y habré dormido poco más de 2 horas. Estoy a punto de salir para el aeropuerto. Creo que me he despedido de una forma o de otra de casi todo el mundo. Sólo me queda mi amigo Lucas. Me da cosa despertarle a estas horas, pero no quiero que se lleve la desilusión de que salga corriendo a eso de las 7.30 a mi cama y no me vea. No sé como explicarle que durante este tiempo no lo llevaré a mear, ni le daré pechuga de pavo (aunque mi hermana no le haga mucha gracia), ni me hará de modelo para que pueda seguir practicando con mi nueva cámara reflex. Creo que voy sentir más de lo que pensaba no verlo cada día. Lo bueno es que cuando vuelva él me recibirá como siempre, dando saltos, me echará alguna meadilla de emoción sobre el pie y no me preguntará nada. Es lo bueno de ser perro, uno no olvida a quien quiere, y no le pide explicaciones de ningún tipo, simplemente sigue igual que siempre.

Me llevo un batiburrillo de buenos deseos de mucha gente, de mis padres, de mi hermana, que casi se han acostumbrado de manera muy natural a mis idas y venidas, de algún que otro viajer@ con el que tengo mucho feeling y que me alegra muchísimo que esté disfrutando tanto (gracias a tí estaré haciendo dos viajes a la vez), de mis amigos, de aquellos que compartieron algún momento de mi vida y no se olvidan de uno. Es una sensación increible. 


Nos vemos muy pronto

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