lunes, 8 de julio de 2013

Océano

"...asombraba por la delicada belleza de su rostro dominado por unos rasgados ojos verdes, la frágil pero rotunda madurez de su cuerpo de mujer-niña y el indescriptible misterio que rodeaba de continuo su persona, pues se aseguraba que Yaiza Maradentro tenía el don de aplacar a las bestias, atraer a los peces, aliviar a los enfermos y agradar a los muertos.."

Así describe Alberto Vázquez Figueroa a Yaiza Perdomo, una conejera que se ve obligada a escapar de su Lanzarote natal en una historia que transcurre diez años después de haber acabado la guerra civil española. Un libro que durante días me tuvo atrapado y que compré unos meses antes de marcharme. Comencé a leerlo en un momento donde no dejaba de añorar a mi tierra y sin saberlo me enganché al relato de Yaiza y su familia, que dejando atrás Canarias cruzan el Atlántico en una huida que acaba en una isla del Caribe. Esa isla es Guadalupe. Casualidad o no, este relato me mantuvo unido a Gran Canaria desde la página uno hasta el final. Bueno en realidad no sólo eso. Durante semanas, acababa el día pegado al teléfono releyendo las conversaciones de un grupo de amigos algo tarados (ellos saben quienes son), que aunque no lo crean hicieron que mis primeros momentos por acá fueran más llevaderos. Es muy bueno terminar cada día con unas carcajadas surrealistas.  

Hace casi 3 meses que no escribía por aquí. Y no, no se me ha olvidado escribir. O eso espero. Creo que de alguna forma me he dejado agarrar por la rutina de la que siempre intento huir. O de otra forma, mi vida en esta isla con el paso del tiempo se ha ido acercando a una vida normal. 

Ya no soy habitante de Cocoyer. Aunque realmente no me fui muy lejos. El "Trío Calavera" decidimos que lo mejor era unir nuestros destinos, aventuras, desventuras, anécdotas y desmadres varios, y nos mudamos juntos. Ahora estamos en Besson, siempre dentro del municipio de Gosier, siempre rodeado de naturaleza. Compartimos una casa con un cuarto con baño para cada uno, un salón-cocina y tv, una piscina que poco a poco me recuerda a la ciénaga de un famoso ogro verde, pero sobre todo un casero que "gentilmente" nos está invitando a que sigamos conociendo el resto de barrios de la zona. Pronto nos moveremos de nuevo. Pronto, si de alguna vez olvido esto de ser isleño, me pongo las pilas y me da por llamar a los números que mi compañera Maïte consiguió buscando en una de esas páginas de alquileres. Maïte se sienta a mi lado en la oficina, es guadalupeña pero de ascendencia india. Aquí los hay y muchos. Guadalupe, o Karukera (La isla de las bellas aguas) como se llamaba antes de la llegada de Colón, fue tierra de esclavos hasta su abolición en el año 1848. A partir de entonces comenzaron a traer "mano de obra" de Asia, principalmente de la India. Maïte habla algo de español, español que va mejorando gracias a las clases de Cristina, también nuestra "prof" de francés, y también gracias a mi particular forma de enseñarle nuestro idioma, o al menos algo de nuestro idioma. 

3 meses dan para mucho, para muchas historias. Poco a poco me he ido adaptando a esto. Poco a poco hemos ido conociendo algo más de la isla; A través de paseos por la naturaleza, que hay muchos y muy bonitos, a través de excursiones en barca para conocer unos islotes ínfimos pero preciosos, una actividad que recomendaré a cualquiera que venga a visitarme, a través de un trail de 17 km por el volcán en Basse-Terre (qué experiencia tan increíble!), a través del maravilloso buceo que se encuentra por aquí, a través de las fiestas en la playa. Poco a poco nos hemos tropezado con nuevas gentes, principalmente españoles. Los locales por norma general no son muy acogedores y españoles encontramos unos cuantos. Hay como 3 tipos en esta isla. Fisios, profesores de español y luego, los que hemos llegado por último, los ingenieros. En resumen algo así como un pequeño "gueto" en el que nos movemos y que nos da mucha vidilla social. 

Lógicamente todo no es fiesta, ni risas, todo no es naturaleza y bucear o hacer surf, o al menos intentarlo, todo no es contemplar esos dos colores que nunca dejarán de cautivarme. Hay también momentos malos, duros, de melancolía, de acordarse de tu gente y de donde vienes, de tu familia, de los amigos, de Lucas. Aunque al igual que Yaiza, no sé cuando volveré para quedarme, y realmente no sé si eso pasará algún día. Pero ahora estoy aquí, así que lo que toca es intentar disfrutar cada momento. Para tristezas creo que ya están los telediarios. 




En la Playa de la Caravelle

"La Datcha", la playita de Gosier

Haciendo amigos en el paseo por las Salinas

Playa de las Salinas, buen sitio para el kite surf

El 66,66% del Trío Calavera

Atardecer desde "Chapelle Sainte-Anne"

Con la playa de "Grande Anse" al fondo

No todo es playa, de "randonée" por la cascada de la Parabole

Puro Caribe, Îlet Caret

Nos vamos a por otra islita

No todo va a ser trabajar

Un muy buen día. El pequeño islote "la Biche", a mi espalda


Km 34 de la Volcano trail

"Le chut du Carbet"

Los turistas del Luigi

17 km después ahí está el tío

Alberto, Paulinho, y Edu, otros 3 locos que corren