5 letras del alfabeto
aeronáutico, la matrícula de una pequeña avioneta. No está nada mal sentirse
como una estrella de rock alguna vez y acercarse a algunos de esos lugares que casi
resultan inalcanzables.
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Preparándonos para nuestro "primer" vuelo |
Desde la última entrada, y de
eso hace ya demasiado tiempo, ha ocurrido bastante. Pero quizás de lo más destacable es habernos
tropezado con un señor llamado Bertil Bertoli. Bertil es un ingeniero francés
que trabaja en nuestra misma obra y además tiene licencia de piloto. Un tipo
peculiar, pero realmente una suerte el tenerlo por aquí. Ya sabíamos de sus
viajes por las islas cada fin de semana, pero no conseguimos concretar con él
por primera vez hasta Marzo.
El día 22 de ese mes el trío
Calavera y el señor Bertoli hicimos una visita casi relámpago a la isla de Saint-Barthélemy
o San Bartalomé, según de donde sea el que lo pronuncie. Tal vez lo más
emocionante de todo aquello era el mero hecho de volar en un aparato de 4
plazas y con más 40 años de vida. La sensación de estar tan cerca del suelo y
de repente casi sentirte pájaro es sólo comparable a la posibilidad de tener
una imagen tan espectacular de parte del Caribe. Para nosotros suponía una
oportunidad inmejorable para conocer algunas de este reguero de islas que
forman un arco casi perfecto desde la República Dominicana hasta prácticamente Venezuela.
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Un trocito del Caribe visto desde el aire |
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Más que aterrizaron aquel día |
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Algo de playa en Saint-Barthélemy |
En una hora y poquito nos
plantamos en San Bartolomé, no muy lejos de las islas de San Martín, Saba y Anguilla. Fue descubierta por Colón en su segundo viaje y como la gran mayoría de territorios del Caribe, recibió la influencia durante su historia de algunas de las grandes potencias europeas, en este caso Francia. Saint-Barthélemy es uno de
esos lugares reservados para bolsillos alegres. Gustavia, su capital, y cuyo
nombre es reflejo de un pasado también sueco, es una pequeña villa donde casi
se podría decir que hay más tiendas de lujo que viviendas, con un coqueto
puerto plagado de yates y veleros. Mucha bandera estadounidense. Es un lugar de
playas cuidadas y alojamientos exclusivos. De esa manera pasamos aquel día, de
playita en playita, sintiéndonos un poco fuera de nuestra realidad guadalupeña, y casi acariciando la de otros.
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Gustavia y su puerto |
Un mes después la
historia se repitió, pero esta vez hacia el sur. Del 19 al 22 de abril visitamos el
archipiélago de “San Vicente y las Granadinas”. Un viaje más largo, en el que
sobrevolamos Dominica, Martinica y Santa Lucía, para finalmente aterrizar en
San Vicente. Ahí montamos nuestro “campamento” en un pequeño hotel.
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"Nuestra" pequeña avioneta |
Ese primer día nos dio para
conocer un poco la capital y decidir que tal vez lo mejor era aprovechar el
tiempo y saltar a alguna de las Granadinas. Así que los siguientes días tomamos nuevamente nuestro "jet" particular para darnos un
paseo por “Union Island” y “Canouan”. La primera, tal vez me
dejó un mayor regusto a Caribe puro; un
pueblito con música retumbando en la calle, gente local bailando, mucho color,
una playa paradisíaca y un buen restaurante para disfrutar. La segunda, muy tranquila, un punto de encuentro para avionetas y yates de lujo, un lugar que algunos usan como escala para luego
acercarse seguramente a “Mustique”, una reserva para multimillonarios. Llama la atención cuando uno de los empleados del minúsculo pero acogedor
aeropuerto de Canouan, te comenta que hace 3 días Michael Douglas había estado por
allí o que gente del nivel de Bill Gates es muy asidua. Y es que añadir un
punto así a cualquier historia anima la atención del interlocutor.
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Disfrutando como un niño en Canouan |
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Un trocito de las Granadinas |
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Puntos de interés en Union Island |
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Puro Caribe |
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¿Qué más se puede pedir? |
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De paseo por Canouan |
Fueron 2 pequeños viajes, intensos, llenos de sol, agua e imágenes únicas. Un lujo del que podemos disfrutar y del que tal vez podamos seguir disfrutando. Todo dependerá de nosotros y de "nuestro" piloto. Y es que ya lo dijo Groucho
Marx: “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate,
una pequeña mansión, una pequeña fortuna”. Yo sin embargo me conformo con algo
menos: una pequeña avioneta, su piloto, nuevos lugares por descubrir y buena
compañía para compartir la experiencia.
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Siempre "caribeando" |
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Las Antillas |
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