Una noche muy parecida a la de hoy, pero de hace un año menos diez días me senté delante de este ordenador y escribí la última entrada antes de salir. Estaba a punto de comenzar una aventura que duró unos tres meses y que acabó en el momento en que las horas que llevaba en mi móvil y en el reloj de pulsera volvieron a coincidir. En el primero mantuve siempre la hora de Canarias, en el segundo la hora del país por el que viajaba. Tres meses después ambos marcaban lo mismo. El círculo se cerraba y al igual que el personaje de Julio Verne, llegaba a Londres.
Ya de eso han pasado unos cuantos meses. Un tiempo en el que he disfrutado de mi tierra. Es curiosa mi relación de amor con ella, directamente proporcional a las veces que me voy fuera. Entre más salgo más la quiero, más la extraño, más orgulloso me siento ser de donde soy. Pero estos meses han sido también de una búsqueda continua. Una búsqueda a la que más de 5 millones de personas se ven abocados en este país. Una situación que roza el histerismo, lo histriónico, la esquizofrenia. Una situación sumergida en un caldo de cultivo potenciado por la ineptitud de unos pocos que nunca verán esta realidad entre otras cosas porque no la quieren ver.
Hace unas semanas tuve la suerte de que al menos para mi esta situación cambiara. Surgió una oportunidad, en realidad dos. Una en la isla, estable, tranquila, cómoda; la otra, lejos, con un punto de aventura, con menos estabilidad, y por qué no decirlo, económicamente más atractiva. Tomar la decisión, escoger uno u otro camino, me costó más de lo que me hubiera imaginado hace unos años.
En un rato estaré volando a Madrid. Pasaré la noche allí, y el sábado via Paris, a Guadalupe, un pequeño archipiélago de las Antillas, en el Caribe (que no es Isla de Guadalupe en el Pacífico) que es territorio de ultramar francés. Unas islas que Cristobal Colón llamó así en honor de la virgen Santa María de Guadalupe (Extremadura). Allí pasaré el próximo año mes arriba, mes abajo. Me voy a trabajar en un proyecto de una empresa española. Será una nueva andanza que espero ir describiendo por aquí.
Ya de eso han pasado unos cuantos meses. Un tiempo en el que he disfrutado de mi tierra. Es curiosa mi relación de amor con ella, directamente proporcional a las veces que me voy fuera. Entre más salgo más la quiero, más la extraño, más orgulloso me siento ser de donde soy. Pero estos meses han sido también de una búsqueda continua. Una búsqueda a la que más de 5 millones de personas se ven abocados en este país. Una situación que roza el histerismo, lo histriónico, la esquizofrenia. Una situación sumergida en un caldo de cultivo potenciado por la ineptitud de unos pocos que nunca verán esta realidad entre otras cosas porque no la quieren ver.
Hace unas semanas tuve la suerte de que al menos para mi esta situación cambiara. Surgió una oportunidad, en realidad dos. Una en la isla, estable, tranquila, cómoda; la otra, lejos, con un punto de aventura, con menos estabilidad, y por qué no decirlo, económicamente más atractiva. Tomar la decisión, escoger uno u otro camino, me costó más de lo que me hubiera imaginado hace unos años.
En un rato estaré volando a Madrid. Pasaré la noche allí, y el sábado via Paris, a Guadalupe, un pequeño archipiélago de las Antillas, en el Caribe (que no es Isla de Guadalupe en el Pacífico) que es territorio de ultramar francés. Unas islas que Cristobal Colón llamó así en honor de la virgen Santa María de Guadalupe (Extremadura). Allí pasaré el próximo año mes arriba, mes abajo. Me voy a trabajar en un proyecto de una empresa española. Será una nueva andanza que espero ir describiendo por aquí.
Guadalupe, Francia |
Qué pasote carnal!!
ResponderEliminarSabes que te apoyo en todo brother...!!! Mucho ánimo y seguimos en contacto...creo que lo de Playa del Carmen está muy cerca en mi caso. Abrazote!
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