Rueben es un policia en la isla de Montserrat al que le queda poco para jubilarse. Vive en Plymouth. Desde hace unos seis meses vive con su familia en la coqueta casa que se ha contruido.
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Isla de Montserrat, al noroeste de Guadalupe |
Es julio de 1995 y nada hace diferente este verano del resto en la pequeña isla caribeña. Pero como ocurren en esas películas americanas de catástrofes tan populares en los 80, la realidad cambia de la noche a la mañana. Sin previo aviso y sin actividad sísmica relevante durante este siglo, el volcán Soufrière Hills cobra vida. Toda la ciudad se ve obligada a recoger lo que puede y correr para refugiarse al norte de la isla.
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Al fondo el volcán, Soufirière Hills |
Durante 4 meses, el volcán no deja de emitir piroclastos, ceniza, lava. Plymouth prácticamente desaparece. Aproximadamente dos tercios de la población son evacuados. Unos marchan a la zona segura de la isla, otros deciden quedarse en otras islas del Caribe, mientras que otra parte llega a Gran Bretaña. El volcán deja un reguero de familias perdidas, rotas por la catástrofe, sin un rumbo definido, sin un futuro claro.
Los siguientes años son duros, muy duros. La completa destrucción de las infraestructuras que
permitían la entrada de turistas, puerto y aeropuerto, provocan la muerte de la
industria del turismo. Una gran parte de las tierras quedan estériles al
cultivo. Esto da lugar a una nueva desbandada de población buscando un nuevo
futuro. La isla pasa en pocos años de los 13.000 habitantes en los 90 a los casi 5.000
actuales. Los apenas 100 km2 de este pequeño territorio dependiente de Gran
Bretaña ya había sufrido otra catástrofe natural de gran importancia en el 89,
el huracán Hugo. Una de las consecuencias destacables fue el cierre de los
estudios AIR, fundados por el manager de los Beatles, George Martin y que
durante mucho tiempo había atraído a artistas mundiales a grabar rodeados de
tranquilidad y paisajes paradisiacos.
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Llegada al puerto de Plymouth, Montserrat |
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Una vista general de Plymouth |
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Tejados de viviendas |
Tras
el caos provocado por las erupciones, el sur de la isla quedó reducido a una
ciudad fantasma, hundida bajo metros de cenizas y sometido al control continuo
del observatorio volcánico de la isla. Toda esta zona supone la zona de
exclusión, de acceso totalmente prohibido. Sin embargo el 21 de marzo de este
año, las condiciones del mar en la zona norte, donde debíamos atracar, dieron
lugar a que después de 20 años el primer barco con pasajeros llegara al puerto prácticamente
inutilizable de Plymouth. Un hecho que para nosotros, turistas despreocupados
de un día, podía pasar sin darle el valor real que tenía, pero que sin embargo sí hizo soltar alguna
lágrima a una trabajadora del observatorio.
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Visitando restos de la ciudad de Plymouth |
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Un supermercado practicamente cubierto |
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Otro edificio cubierto por la ceniza y la lava solidificada |
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Restos de un edificio |
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El interior del office de un hotel tal como quedó tras la evacuación |
Rueben
nos señala lo que en su día fue su barrio. Incluso podemos ver el tejado de su
casa. Realmente lo único visible en la ciudad, los tejados. El policía retirado
y que ahora intenta subsistir haciendo de taxista-guía para los pocos
visitantes que recibe Montserrat, no sólo perdió su vivienda. Su familia quedó
partida. Su mujer y sus hijos marcharon a Gran Bretaña. Él vivió durante 3 años
en un albergue improvisado, en un pabellón deportivo casi sin condiciones mínimas de intimidad, compartiendo su día a día, penas, esperanzas
con otros muchos evacuados. De eso hace ya mucho tiempo. La
familia de Rueben nunca volvió a la isla y él nunca fue a Gran Bretaña.
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Rueben nos cuenta su historia |
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El grupito del viaje al completo |